SINÓPSIS
Un arquitecto americano llamado Stourley Kracklite visita Roma junto a Louise, su mujer, para participar en una exposición. Sin motivo aparente, comienza a sentir fuertes dolores en el vientre. Al mismo tiempo, un joven comienza a cortejar a su esposa. Ante la desazón que le produce su situación laboral y personal, comienza a adentrarse en un camino de neurosis e introspección personal, que interpreta magistralmente el actor Brian Dennehy -bajo la virtuosa mano del director Peter Greenaway- y que nos conduce silenciosamente hacia una agónico desenlace, gracias a los delirios de lucidez en que se encuentra aislado en medio de una atmósfera greco-romana. En este valioso metraje de culto, donde básicamente se retrata la búsqueda de la belleza en medio de la podredumbre de toda materia desde la perspectiva del "tempus fugit", el director galés completa una de sus mejores películas.
A título personal, una de las mejores películas del director galés, con sus características obsesiones sobre la muerte, la carne y el sexo, la escritura y por supuesto el arte, en este caso la arquitectura (tema que en los últimos años -por lo menos en el documental ha tomado fuerza); Greenaway manifiesta en este film la construcción (de la exhibición) y de la deconstrucción del personaje Kraclite (Brian Dehenny) - una soberbia actuación- siempre con las acostumbradas reflexiones sobre le arte, la muerte, la historia y en este filme la estética.
Con una sobria y coherente banda sonora, logramos visualizar esa constante búsqueda de la forma ( la obsesión de Kraclite por el vientre masculino) y el color: la fotografía es vital en la película, y obviamente la escritura como elemento tipográfico (como en la mayoría de sus filmes).
Un arquitecto americano llamado Stourley Kracklite visita Roma junto a Louise, su mujer, para participar en una exposición. Sin motivo aparente, comienza a sentir fuertes dolores en el vientre. Al mismo tiempo, un joven comienza a cortejar a su esposa. Ante la desazón que le produce su situación laboral y personal, comienza a adentrarse en un camino de neurosis e introspección personal, que interpreta magistralmente el actor Brian Dennehy -bajo la virtuosa mano del director Peter Greenaway- y que nos conduce silenciosamente hacia una agónico desenlace, gracias a los delirios de lucidez en que se encuentra aislado en medio de una atmósfera greco-romana. En este valioso metraje de culto, donde básicamente se retrata la búsqueda de la belleza en medio de la podredumbre de toda materia desde la perspectiva del "tempus fugit", el director galés completa una de sus mejores películas.
A título personal, una de las mejores películas del director galés, con sus características obsesiones sobre la muerte, la carne y el sexo, la escritura y por supuesto el arte, en este caso la arquitectura (tema que en los últimos años -por lo menos en el documental ha tomado fuerza); Greenaway manifiesta en este film la construcción (de la exhibición) y de la deconstrucción del personaje Kraclite (Brian Dehenny) - una soberbia actuación- siempre con las acostumbradas reflexiones sobre le arte, la muerte, la historia y en este filme la estética.
Con una sobria y coherente banda sonora, logramos visualizar esa constante búsqueda de la forma ( la obsesión de Kraclite por el vientre masculino) y el color: la fotografía es vital en la película, y obviamente la escritura como elemento tipográfico (como en la mayoría de sus filmes).
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